Para una
buena cosecha hace falta una buena tierra, con los nutrientes necesarios y un
riego adecuado. Después habrá que sembrar un buen grano, y tener cuidado con
las plagas y las posibles tormentas. Sólo así aquel campo dará buen fruto.
Pienso que
en la educación ocurre algo parecido. La buena tierra es una familia unida
donde, pese a los roces diarios, existe un cariño incondicional entre sus
miembros, especialmente entre marido y mujer. Este es el terreno óptimo para
que surja, vigorosa y libre, la personalidad de cada hijo o hija. La semilla
buena es el ejemplo de los padres y su palabra adecuada, comprensiva y
exigente. Solo con la suave autoridad de los surcos, se levantan con fuerza los
tallos. La plantación de la que hablamos no es de invernadero: los aires y las
aguas la hacen fuerte y hermosa; pero con atención y cuidado, lo contrario es una
irresponsabilidad. La tecnología, tan al alcance de la mano, rinde estupendos
servicios; pero también puede llenar de gusanos y de basura toda la plantación.
Pongamos dos ejemplos que nos ofrece una asociación española especializada: 11
años es la edad media para iniciar el consumo de pornografía; 81% de los niños
entre 13 y 18 años afirman haber observado pornografía como conducta normal[1].
Escenas de violencia, canciones impotables y comportamientos abusivos, son
moneda común en una red mundial con una enorme dosis de amoralidad. Del mismo
modo que no dejaríamos a nuestros hijos comerse cualquier porquería, no podemos
dejarles que sus mentes se inunden de cosas que van a cercenar su personalidad
y su capacidad de esfuerzo y creatividad.
La moda
consolidada de salir con amigos los fines de semana toda la noche, incluso
siendo menores, es una negligencia de los padres que se puede pagar cara. Junto
a algunos aspectos positivos de socialización, a esas horas el consumo de
alcohol y drogas es muy común. El psiquiatra español Juan José Vázquez acaba de
publicar un libro muy útil al respecto, que aborda estas problemáticas y sus
posibles soluciones[2].
La suma de
horas diarias de televisión+móvil+internet+play puede estar hipertrofiada. Todos
estos elementos, cuyo buen y equilibrado uso es estupendo, se pueden convertir en un
huracán que asola la interioridad y creatividad de los chavales.
Por otra
parte, la libertad de elegir un centro educativo, afín a nuestra visión de la
vida y económicamente asequible, es una conquista democrática en la que
conviene profundizar. Son los padres y no el estado quienes están más
preparados para saber el tipo de educación que conviene a sus hijos. Un buen
instituto o colegio ayuda a la competencia y capacitación de los jóvenes,
dándoles formación profesional y humana con valiosas referencias para la vida.
Pero estas ramas de la educación se apoyan en el tronco y las raíces, que solo la familia puede dar.
Chesterton
dijo en los años treinta del siglo pasado que el peligro que nos acecha es la
chabacanería. Tenía razón. La gente joven tiene un enorme potencial, son
nuestra alegría y nuestro futuro. No siempre será posible tener una familia
unida o controlar a los chicos todo lo que quisiéramos, pero hemos de
intentarlo una y otra vez, sabiendo que de ello depende la felicidad de ellos y
la nuestra, aunque nuestra situación diste mucho de ser la ideal. Además, en
este juego de la vida podemos tener un buen compañero porque Dios sabe hacer,
con cartas malas, jugadas muy buenas.
Claro que
hay que educar en la libertad a los hijos, escucharles, ceder en ocasiones;
pero también hay que exigirles responsabilidad y compromiso. Muy probablemente,
usted no se arrepentirá de exigir con cariño; de ser blando y condescendiente
sí.
A más
técnica hace falta más ética; a más libertad es precisa más responsabilidad. Compensa
dejarse la vida en educar a chicos y chicas con personalidad, seguridad,
alegría de vivir y ganas de comerse el mundo para hacerlo mejor, más humano. Siempre,
y especialmente en la actualidad, ser buenos padres es heroico. Muchos de
ustedes lo hacen estupendamente. Como modesto profesor desde hace muchos años, les animo en este noble y maravilloso empeño.
José
Ignacio Moreno Iturralde
[2] Alcohol, tabaco y drogas.
Conocer para prevenir. Vázquez, Juan José. Digital Reasons, 2019: https://www.digitalreasons.es/libro.php?valor=Alcohol,%20tabaco,%20drogas:%20conocer%20para%20prevenir
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