jueves, 29 de agosto de 2019

Educar: ayudar a encontrar una Presencia



“Entonces, ¿qué quiere decir que la persona necesita-pide ser educada? Quiere decir que tiene necesidad y pide entrar en contacto con la realidad de modo que experimente en ella una Presencia que le haga saltar de alegría, que le dé la certeza de que vale la pena vivir, justo a causa de esa Presencia. Educar significa introducir a la persona en la realidad de modo que se sienta acogida por un destino bueno”. 

Caffarra, C. Apuntes para una metafísica de la educación, Metafísica y persona, Año 1, n 2, julio 2009, pp. 13 y 14.


martes, 27 de agosto de 2019

La referencia inteligente



Tendemos a ver las cosas desde nuestro personal punto de vista; es lógico que sea así. Sin embargo, es inteligente apreciar las cosas por sí mismas y en referencia a lo que les da una globalidad de sentido. Este planteamiento también recae sobre nuestros afectos. Intentar salir fuera de nuestro propio interés para estimar a las personas, las instituciones y las cosas, no solo es una actitud elegante, sino la que paradójicamente nos viene mejor a cada uno.



José Ignacio Moreno Iturralde





La familia, la nevera y el móvil


Si una familia cierra con un candado la nevera, para evitar indigestiones de los niños, probablemente se trate de un hogar con anemia de libertad. En un frigorífico hay productos buenos, aunque se puedan tomar inmoderadamente. El teléfono móvil con datos es distinto. En la red hay muchas cosas estupendas y otras  perjudiciales. Ofrecer a los menores teléfonos con acceso indiscriminado a la red, puede ser no solo una falta de sentido común, sino un daño para los chavales. Soy profesor y, con frecuencia, observo que falta fortaleza en este punto para exigir a los menores. La presión ambiental es muy fuerte, pero el deseo de educar a unos hijos íntegros y alegres puede ser más fuerte todavía. Educar en libertad significa ayudar a que progresivamente los más jóvenes vayan aprendiendo a elegir lo mejor. Poner a menores ante la red, sin ningún tipo de restricción, a cuenta del bolsillo de los propios padres, es una imprudencia que repercute en la personalidad de los chicos y las chicas. Cada familia tendrá que tomar las medidas que considere oportunas: es un reto interesante y actual. La tecnología es estupenda, pero requiere madurez para buscar sus servicios y evitar sus peligros.



José Ignacio Moreno Iturralde

viernes, 23 de agosto de 2019

El hombre que vive una vida distinta a la suya



Nuestra sociedad nos anima a llevar a cabo nuestros sueños, a ser nosotros mismos, a triunfar en aquello en lo que nos gusta y nos hace sentirnos realizados. Es bonito, sin duda, escuchar a alguien que ha conseguido un triunfo profesional que se había propuesto desde niño. A todos nos gustaría que nos ocurriera lo mismo; pero muchas veces no sucede así. La vida es mucho más grande que nuestras previsiones y, con frecuencia, tenemos que aprender a tomarla como viene. Es maravilloso pensar, por ejemplo, en un matrimonio que nos haga ser felices; pero es también bastante realista un matrimonio en el que un hombre se propone hacer feliz a su mujer y a sus hijos.

Un buen marido y un buen padre es el que está ahí, disponible para servir a su familia. Me refiero al tipo -hablo como hombre que soy- que ha decidido ser un fan de su mujer y de sus hijos, olvidándose de muchos de sus gustos y caprichos. Me parece que esto es hombría de la buena. No trato, en absoluto, de defender una especie de masoquismo inhumano que niegue razonables y positivas aficiones. Doy por supuesto que el sentido común y el de la justicia tienen que vertebrar las relaciones familiares. Lo que quiero decir es que cuando uno elige opciones buenas por el bien de su familia, aunque en principio no contara con ellas, puede obtener paradójicamente unas satisfacciones muy superiores. Todo esto es evidente, pero parece que la sociedad actual lo ha olvidado en parte. Cambiar a un trabajo que nos permite una mayor dedicación a los nuestros, veranear donde le gusta más a la esposa, educar la afectividad, sacrificar un viaje para encontrar unas vacaciones más adecuadas para los chavales… no es una fuente de infelicidad, sino todo lo contrario. La grandeza de un padre y de un marido pienso que está en saber no seguir “los caminos propios”, sino los que mejor vienen a su familia. Solo aceptando esta paradoja volveremos a revitalizar el matrimonio y a hacer del hogar un lugar de felicidad y seguridad.

¿Qué ocurre si después de todo esto la vida nos paga con una buena bofetada?... No es imposible. Aunque las cosas salieran mal, siempre queda la tranquilidad de conciencia de haberse esforzado por actuar lo mejor posible. Intentar ser bueno no siempre es correspondido; pero decidir ser un egoísta se paga muy caro, tarde o temprano. La generosidad tiene sus riesgos, pero es fuente de grandeza, de justicia y de escuela de vida. Cuando un hombre comprometido anda por el buen camino que tiene el nombre de su familia, termina por encontrar su más auténtico y personal camino.



José Ignacio Moreno Iturralde


miércoles, 21 de agosto de 2019

Lo nuclear en la educación escolar



La educación de niños y jóvenes en edad escolar requiere ser competente para que los alumnos puedan acceder en un futuro a estudios superiores; así como para darles una buena formación relativa a necesidades del mundo actual: idiomas, uso de tecnologías, trabajos en equipo, etc. Pero pienso que todo esto ha de basarse en algo más importante: educar a alumnas y alumnos con personalidad propia. Este afán implica ayudarles a   fomentar hábitos positivos como prestar atención, estudiar, participar y saber convivir.

La educación académica se apoya en la educación afectiva, cuyo ámbito privilegiado es la familia. Si se ayuda a las familias, los chavales aprenden mejor. El papel de la familia en la escuela no es periférico sino nuclear; aunque exista una evidente autonomía de los dos ámbitos educativos. Solo siendo conscientes del valor humano de la familia, los diversos centros escolares ayudarán a educar a jóvenes con referencias para la vida, convencidos de que ayudar a los demás merece la pena. De ahí se deduce la necesidad de que el estado fomente jurídica y económicamente una libertad de enseñanza, recogida en múltiples legislaciones actuales, que promueva una escuela plural en beneficio del bien común.



José Ignacio Moreno Iturralde

lunes, 19 de agosto de 2019

Rescatar el corazón de los hijos



Son de agradecer los múltiples consejos que dan los expertos en educación. Pero, de ningún modo pueden ponerse por encima de la autoridad natural de los padres sobre sus hijos. Es lo que Betsy Hart explica en su libro “Sin miedo a educar” (Troa Librerías. Madrid 2012). Con el ejemplo de la dedicación a sus cuatro hijos, y una buena documentación científica, Hart insiste en una idea interesante: rescatar el corazón de los hijos. Es evidente que cualquier padre haría lo posible para que no robaran o lastimaran a un hijo; sin embargo, parece que muchos padres y madres hacen dejación de derechos respecto a algunas actividades de sus hijos como tiempos libres con otros jóvenes o accesos indiscriminados a tecnologías informativas, que pueden lastimar el corazón. La autora cita ejemplos ilustrativos.

Hart es consciente de la necesidad de la apertura al mundo de los hijos y de su libertad, pero con una responsabilidad materna y paterna respecto a los ambientes, información y compañías, que los hijos tienen en su infancia y adolescencia. También sostiene que el mal anida, en parte, en el corazón del niño, antes que en otro lugar. Esto es compatible con un cariño inmenso que ve las virtudes y potencialidades de los chavales. Nadie quiere a los hijos como los padres. Hart lo cree firmemente, desde su situación de divorciada
-a pesar suyo, según nos cuenta-. 

La educación que los padres dan a sus hijos no puede encogerse de hombros ante los peligros. Esta educación supone mucho esfuerzo, valentía y, sin duda, mano izquierda guiada por el cariño; por un cariño que quiere ayudar a rescatar el corazón de los hijos siempre que sea preciso, para llevarles por caminos de generosidad, compromiso y felicidad madura.




José Ignacio Moreno Iturralde

viernes, 16 de agosto de 2019

La niña de la silla de ruedas



Vi a una niña en su silla de ruedas, imposibilitada de por vida. La transportaban sus padres con todo cariño, mientras ella tenía una serena mirada hacia el infinito. En el mundo, además, ocurren muchas otras cosas duras y difíciles. Sin embargo, nada de esto sucede en un planeta sin vida como Mercurio, pero no lo cambiamos por el nuestro; más nos vale. También hoy en la tierra lució el sol, se vieron las montañas, los pájaros y las personas. En esta jornada pudimos pensar en proyectos, comer lentejas, leer o bañarnos. Realizamos cosas bien; otras puede que mal, con la opción de arrepentirnos y mejorar. Por todo esto, ver lo positivo de la vida no es una mera perspectiva, sino la opción inteligente y realista ante el espectáculo grandioso de la existencia. Hay que tener en cuenta que estamos comunicados, en una red muy profunda, vivimos en equipo, tantas veces sin darnos cuenta. Por este motivo, la bendita niña de la silla de ruedas nos hace darnos cuenta de que nuestros problemas personales quizás no son para tanto.



José Ignacio Moreno Iturralde

jueves, 15 de agosto de 2019

Ayuda a los más necesitados



En nuestras sociedades desarrolladas siguen existiendo pobres e indigentes. Son tantos que, con frecuencia, podemos mostrar hacia ellos cierta indiferencia. También es verdad que hay mucha picaresca, pero bastantes de esas personas pueden estar en estado de necesidad. Al mismo tiempo, cuando vemos que alguien saca de un apuro a otra persona sentimos satisfacción y una ligera envidia de no haber sido nosotros quien echáramos una mano a quien lo necesitaba.

Lo que sí está más en nuestra mano es atender a personas necesitadas de nuestro entorno familiar y profesional. Esta actitud conlleva un cierto señorío: tener solucionados bastantes conflictos personales para poder prestar dedicación y tiempo a los demás. Además, esta actitud suele resolver bastantes problemas propios porque la generosidad es fuente de alegría y de plenitud.

Ver la pobreza y las calamidades del mundo es un acicate para intentar hacer una sociedad mejor, en la medida de las posibilidades de cada uno. Además, puede servirnos para no quejarnos cuando nos falte algo que estimamos importante, al darnos cuenta de que tampoco es para tanto.

En la película ¨Los Miserables”, un preso al que se le ha dado libertad condicional es acogido por la noche en una casa. El anfitrión y su hermana hablan con Jean Valjean, el expresidiario, al mismo tiempo que le dan de cenar y le sugieren que cambie de vida; propuesta que Valjean dice aceptar. Sin embargo, por la noche, el invitado se levanta, roba y golpea al dueño de la casa que se ha levantado al escuchar ruidos. A la mañana siguiente, la policía trae al ladrón ante el señor obispo, quien le acogió. El obispo dice que no le ha robado, que fue un regalo. La policía se va y Valjean queda desconcertado, por lo que pregunta al clérigo: ¿Por qué ha actuado así? El obispo responde: este es el precio que pago para devolverle su alma a Dios y usted no olvide que había prometido cambiar de vida[1].

No estamos obligados a una conducta tan heroica, pero es realmente atractiva. En ocasiones, hay que descender a la miseria para sacar al miserable de su situación. Entonces es cuando nos volvemos más verdaderamente humanos. Lo que siempre podemos hacer es saber pedir perdón y saber perdonar en las cosas de cada día. Una persona que sabe pedir perdón y perdonar es una persona que sabe querer, y será siempre muy valorada.


José Ignacio Moreno Iturralde

miércoles, 14 de agosto de 2019

La familia: el lugar al que se vuelve.



Las vacaciones son un buen momento para descansar con nuestros seres queridos y reafirmar los lazos familiares. Así renovamos fuerzas para volver de nuevo a la vida cotidiana. La familia unida tiene muchas ventajas. Una de ellas es la seguridad de los hijos. El amor entre los cónyuges es una sólida base de identidad para los chicos. Esto tiene su repercusión en la educación escolar. La formación académica tiene su fundamento en la formación afectiva, y ésta última se obtiene de modo eminente en la familia. Podríamos también destacar que la solidaridad es favorecida por la fortaleza familiar. En las familias, las relaciones de justicia se ven más que satisfechas por las relaciones de amor y servicio desinteresado. Sin embargo, y lejos de intentar juzgar a nadie, todos estos motivos contrastan con el impetuoso viento de divorcios y separaciones que se está produciendo en España y en otros países. Promover una familia “liquida” es contribuir a liquidar la familia. 

Por todo esto, quisiera aportar una razón más a favor de la consistencia de la institución familiar. Somos muchos los que hemos tenido la fortuna de nacer en una familia unida, con sus alegrías y fragilidades. A lo largo de la existencia hemos ido tomando decisiones, afrontando trabajos, estableciendo relaciones, disfrutando de buenos momentos y plantando cara a problemas. Algunas veces uno vuelve a esos recuerdos de la infancia, que son las raíces de nuestra identidad. Desde allí se saca fuerza e inspiración para acometer la vida. Aunque esa situación haya pasado en el tiempo, o se haya quebrado, el ser humano es nuclearmente familiar. La familia es incómoda, complicada, esforzada y molesta, pero es lo que nos hace más humanos. Relativizar la familia y su asentamiento jurídico, el matrimonio, es hacer de la mujer y del hombre seres frágiles, inmaduros, y paradójicamente menos libres. Por complicada que sea una situación, que el respeto y la justicia debe resolver con firmeza, siempre existe algún remedio y esperanza que oriente hacia una mejor situación familiar. Todos necesitamos un sitio donde regresar. La familia, el hogar, es el lugar al que se vuelve.



José Ignacio Moreno Iturralde

¿Quién puede naufragar: el Open Arms o Europa?

Me pregunto: ¿Quién es el que está en mayor peligro de naufragar… ¿el Open Arms o  Europa?  Está claro que hay que hacer una política inmigratoria con sentido común y con números; pero también con innovación e inteligencia. Por esto, es preciso que los ministros de los gobiernos se reúnan y lleven a cabo una estrategia eficaz y humanitaria. Los problemas acuciantes hay que resolverlos con urgencia, poniendo a salvo las vidas de personas necesitadas.

Esta encruzijada requiere creatividad y soluciones, no encogimiento de hombros. Si unos políticos no saben resolver tal problema, sería preferible que se fueran y dejaran su puesto a personas más competentes. Europa no puede reducirse a ser un mercado financiero. La causa principal de Europa debe incluir la salvaguarda de la dignidad de todo ser humano; de lo contrario, el proyecto europeo irá desapareciendo aceleradamente por esclerosis de valores. El hecho de que países de la orilla sur del Mediterráneo no sean capaces de responder, es la ocasión para mostrarles cómo se ha de actuar. La situación límite del Open Arms no es solo un problema, sino un reto para superar límites hacia una Europa mucho mejor. Nuestro continente tiene las virtualidades suficientes para responder. Cuánto me gustaría que España, siempre acogedora, se pusiera a la cabeza de una Europa renovada, más humana.


José Ignacio Moreno Iturralde

viernes, 9 de agosto de 2019

Enamoramiento y amor



Enamorarse resulta atractivo, aunque conviene entender un poco más en profundidad la qué es el amor. La persona es libre para configurar su vida, pero hay que recordar que todo ser humano es dotado de sentido desde fuera de sí mismo. Cuando la persona se sabe querida por alguien que le importa, tiende a corresponder; en ocasiones con el don de su vida. A esto llamamos amar. El amor es una realidad con muchos aspectos, que es entendida de muchas maneras. Por esto, es conveniente decir que el amor es verdadero cuando nos hace ser mejores personas.

El amor de benevolencia -querer bien- consiste en querer a la otra persona, en afirmarla. J. Pieper, en su libro “Las virtudes fundamentales”[1], ha dicho que amar a una persona es como decirla “es bueno que existas”. También podemos llamar a la benevolencia “amor don”. A las personas hay que amarlas como fines en sí mismas, no debemos instrumentalizarlas, tal y como decía Kant. Sin embargo, también existe la inclinación a la propia realización y plenitud, que puede llamarse amor necesidad. Ambos amores no tienen por qué oponerse; bien entendidos se complementan, pues nadie da de lo que no tiene. El amor necesidad tiene que complementarse con el amor don, que es la forma más genuina de amar de los seres humanos. De lo contrario, el amor se transforma en un sentimiento egoísta. El amor bueno considera a la persona amada en sí misma, y no solo por la satisfacción que traiga consigo al que ama.
           
El amor don, o de benevolencia, refuerza y transforma el amor necesidad[2]. El amor es un acto de la voluntad acompañado, o no, por un sentimiento de mayor o menor intensidad. Tal sentimiento, que no necesariamente acompaña al amor, puede llamarse afecto. El amor está formado por afectos -fruto del corazón- y efectos -fruto de la voluntad-. Si solo se dan los primeros se trata de puro sentimentalismo. El amor tiene un efecto en el propio sujeto que ama: el gozo. El amor, cuyo gozo no es necesariamente incompatible con el sufrimiento, es la forma más profunda de realización humana. Cuando alguien a quien valoramos nos quiere, activa y aporta sentido a lo más profundo de nuestro ser. El amor hace que la vida merezca la pena.

El amor consiste en hacer feliz a la persona amada. Amar es conocer, dialogar, compartir, acompañar. De la aceptación de ser querido nace la alegría y el deseo de estar con quien se quiere. Amar es afirmar al otro, perdonando sus faltas del pasado. Quien no perdona no ama; el amor redime la fealdad de la vida. El amor renueva a quien ama y a quien se sabe amado. Amar es cuidar, tomar al otro como tarea, ayudarle a conseguir “su mejor tú”. En especial es necesario cuidar de los débiles, de los niños, de los ancianos. Amar también es corregir, indicar con valentía y educación, que tales palabras o comportamientos son inadecuados o inmorales. Amar es también sufrir con el que sufre. Amar es compadecer y consolar. Amar es acoger: la imagen típica de volver a casa. Amar supone ponerse en el lugar del otro. Esto implica saber escuchar. Amar precisa una lealtad basada en la confianza y esto supone decir la verdad. El amor supone respetar la buena fama y honrar a la persona querida.

            Amar conlleva un compromiso que va más allá de un acuerdo de conveniencia: no tiene caducidad en el tiempo, es desinteresado, es incondicionado. El amor humano tiene vocación de inmortalidad. Para el filósofo Rafael Alvira, el amor es la vida de la voluntad que mantiene definitivamente la afirmación que se hizo de la elección. El amor supone, día a día, reafirmar la elección.


José Ignacio Moreno Iturralde



[1] Pieper, J. Las virtudes fundamentales. Rialp, 2001.
[2] Cfr. Yepes-Aranguren Op. Cit. pp. 142-153

viernes, 2 de agosto de 2019

Creer en Dios y estar en forma



Conocemos las cosas por sus formas o naturalezas; por ejemplo: entendemos lo que es el fuego sin que nos arda la cabeza. Nuestra forma o naturaleza tiene esta capacidad intelectual e inmaterial. Los seres humanos no hemos hecho ni las formas de los seres de la realidad, ni la nuestra propia. Por tanto, un ser en cuya naturaleza exista una perfecta identificación entre su ser, su pensar y su querer -es decir: un ser con capacidad de crear- es quien ha podido sacar a la existencia la realidad que vemos constantemente. La naturaleza o forma de Dios posibilita la existencia de la nuestra. Sin la forma divina no podríamos ni existir y, por tanto, ni pensar.

Estar en forma no se logra solamente haciendo un saludable ejercicio físico; también consiste en saber qué forma tenemos, y actuar en consecuencia.



José Ignacio Moreno Iturralde

¿Ataca la Ley Celaá derechos de las familias?

Soy profesor y he leído detenidamente la nueva ley de educación del gobierno español. Esta norma, llamada también ley Celaá, limita la educa...