sábado, 28 de noviembre de 2020

¿Ataca la Ley Celaá derechos de las familias?


Soy profesor y he leído detenidamente la nueva ley de educación del gobierno español. Esta norma, llamada también ley Celaá, limita la educación concertada al eliminar el criterio de demanda social de los padres. La enseñanza pasa a ser fundamentalmente pública, estatal, siendo la enseñanza concertada un elemento meramente subsidiario. Dada la extensión y aceptación actual de la enseñanza concertada, le preocupación de este amplio sector educativo está justificada. También afirma que la educación especial corresponde al estado (artículo 74,4), dejando a este tipo de colegios en un panorama incierto. Además, la ley establece la coeducación en todas las etapas educativas y no contempla el concierto con la enseñanza diferenciada. De esta manera no se tienen en cuentan sentencias judiciales internacionales y del mismo Tribunal Supremo español estableciendo el carácter no discriminatorio de la enseñanza diferenciada.

Por otra parte, la ley insiste múltiples veces en la inclusión de la enseñanza afectivo sexual, el respeto a la identidad de género, y la perspectiva de género como una línea fundamental que recorre el nervio de toda esta ley. Tal perspectiva relativiza enormemente el concepto de familia y de la propia identidad humana. Esto supone una intromisión abrumadora en la conciencia de niños y jóvenes y en la de sus familias. Una cosa es mostrar la versión de género como una opción personal respecto a la propia sexualidad, y otra cosa es lo que esta ley hace: imponerla como una apisonadora saltando los muros de la patria potestad en asuntos tan sensibles como los mencionados. De esta manera, esta ley de enseñanza se opone a la conciencia de millones de personas cristianas, musulmanas, judías, o sin religión pero en neto desacuerdo con la versión del ser humano que esta ley propugna.

En la disposición final primera, la ley reconoce los derechos de los padres a escoger centro docente y a participar en el proceso de enseñanza de sus hijos. Un reconocimiento, enormemente vaciado de contenido, tras la exposición de condicionantes de esta ley.  El artículo 27 de la Constitución española afirma entre otras cosas que: “Se reconoce la libertad de enseñanzaLos poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Esta nueva ley de educación ata las manos a las familias, quiere deconstruir sus más íntimas convicciones, y luego dice dejar participar a los padres en la educación de sus hijos.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

viernes, 3 de julio de 2020

La igualdad excluyente



La diversidad de la naturaleza se hace preciosa al ver emerger el Teide de las nubes, al mismo tiempo que está rodeado de un Atlántico plateado. Hay infinidad de diferencias estupendas en el mundo, como las futbolísticas en un buen derbi, u otras más profundas y humanas como la complementariedad entre la mujer y el hombre. También existen diferencias espantosas e insultantes como la que se da en el reparto de la riqueza en el planeta, en la aberrante violencia machista, o en cualquier tipo de abuso de fuerza.

La diferencia es un gran valor siempre que exista un marco de armonía, de respeto, y de igualdad entre las personas. Nadie es más que nadie: Mark Twain lo plasmó magistralmente en su libro “Príncipe y mendigo”. Pero la igualdad entre los hombres no es la de una colmena, ni la de un hormiguero. Cuando una concepción monolítica de la igualdad empieza a extenderse en el modo de entender algunos aspectos humanos y sociales, se está marginando la pluralidad. Si perdemos de vista el respeto a las personas, nos quedamos con la defensa de unas ideas que se convierten en ideologías cerradas. Se llega a la paradoja de que una pretendida sociedad democrática, considera desiguales a quienes no participan de la ética gubernamental. Este igualitarismo excluyente es, sin embargo, muy proclive a disolver la identidad de la mejor institución para aprender a complementar diferencia e igualdad: la familia. Como consecuencia, tampoco se defiende un modelo plural de escuela, subvencionándolo, porque esto sería algo inquietante y peligroso para la horma establecida de la igualdad. Por otra parte, este igualitarismo de fuerza, que dice ayudar a los más débiles, ayuda a quitar la igualdad a la vida de centenares de miles de niños en camino de nacer, y que nunca lo harán.

Tanto el liberalismo radical, que exacerba la diferencia, como el igualitarismo excluyente, se basan en posturas materialistas. Por contraste, la dignidad humana es aquél el don espiritual, que trasciende la materia, por el que somos capaces de defender la igualdad de todos desde nuestra libre y diferente posición personal. Por esto, cuando la igualdad ataca vorazmente la diferencia y la libertad, no hace más que pisotear la dignidad de las personas con una lógica que recuerda a la de las dictaduras.


José Ignacio Moreno Iturralde

martes, 28 de abril de 2020

La loca aventura de la sabiduría (Novela juvenil)


Se trata de una novela juvenil pensada para explicar contenidos de la asignatura de Filosofía de 1º de Bachillerato. Arturo, un joven apasionado por los pájaros, se verá involucrado en una fantástica aventura.Tendrá que enfrentarse con difíciles retos, que cambiarán su vida.

sábado, 18 de abril de 2020

La educación y su enorme potencial



          La educación tiene que estar al servicio de los jóvenes, y una de sus dimensiones esenciales es ayudarles a desarrollar su personalidad.

Todo chico o chica crece humanamente a través de unas relaciones personales cordiales y responsables. El lugar privilegiado para estas relaciones es la familia. Una familia fuerte, comprometida, es la primera institución educativa porque es el lugar donde se quiere a cada uno por sí mismo. Por este motivo, la escuela ha de estar al servicio de las familias. Una buena comunicación entre familias y profesores será un motivo claro de mejora en la educación. Por tanto, ha de fomentarse una sinergia entre familia y escuela, sabiendo complementar posturas y distinguir terrenos.

Todo joven es un ser libre. En el proceso educativo se ponen en juego muchas capacidades y virtudes -capacidades bien empleadas-. El chico y la chica necesitan atender, estudiar, así como respetar la autoridad. Pero también han de desarrollar su tremendo potencial, siendo libres al aprender. Conseguir esto, “educir” -detectar y hacer crecer- las mejores capacidades y virtualidades de cada joven, es uno de los logros más valiosos de la excelencia educativa. Esto requiere profesionales, expertos en sus materias, así como en humanidad.

El conocimiento es otra dimensión profundamente humana. Aunque lo que realmente conoce es el asombro, también el conocimiento se ve   favorecido por unos profesores que sean expertos en sus materias. Sería deseable que una nación se dé cuenta que la profesión docente ha de ser una profesión de prestigio social. Así lo entiende Finlandia, que se encuentra en los primeros puestos mundiales de calidad educativa. Un profesor debe saber bastante de lo que explica, querer a sus alumnos, y estar preparado metodológicamente para su profesión. Despreciar el estudio o la metodología innovadora son dos errores de bulto.

Cada joven necesita soñar, visualizar el futuro, trazarse unas metas altas y sensatas. Ha de tener claro que la vida merece la pena y que ayudar a los demás es una gozosa responsabilidad, que nos hace más felices. Por esto, la escuela o el colegio han de educar en la capacidad de convivir con los demás. Aprender a perdonar y pedir perdón, a tener sentido del humor, a no venirse abajo ante derrotas parciales, a aceptar y superar los propios defectos, son unas asignaturas de inmenso valor. No se traducirán en notas, sino en algo más importante: un carácter preparado para la convivencia y la felicidad.

La educación tiene un indeclinable compromiso con ayudar a los jóvenes a desarrollar su personalidad. De esta manera ayudará a formar hombres y mujeres positivos, realistas y creativos, capaces de forjar un magnífico estilo de vida y un gran país.


José Ignacio Moreno Iturralde (Profesor de Secundaria y Bachillerato)

sábado, 25 de enero de 2020

Un original conflicto entre un profesor y sus alumnos


En el polémico marco actual de la enseñanza, quisiera atizar una nueva ascua al fuego. Verán ustedes: mis alumnos de 1º de la ESO, de Geografía e Historia, están haciendo en clase unas exposiciones de diversas partes del temario. Dada su edad de 12 años, les propuse que fueran de 10 minutos. Dos alumnos expusieron sobre la Antigua Grecia: estuvieron 50 minutos hablando con una presentación en power point alucinante; trayendo además, no sé de donde, pequeñas figuras de antigüedades orientales. El último día de clase, una nueva exposición trató sobre los volcanes: a una magnífica explicación de unos 40 minutos, se añadió la simulación de la explosión de un volcán mediante un artefacto que, ignoro cómo, catapultaba un cráter colorado medio metro hacia arriba. No contentos con esto, hicieron otra simulación con un volcán de arcilla, en el que echaron bicarbonato y vinagre, dando la fantástica impresión de que estaba en erupción. Mi inquietud aumenta porque podría contarles bastantes ocasiones más, donde chavales de doce años sacan a relucir tomo su potencial humano en clase. ¿Dónde está entonces el conflicto? Me inquieta mucho un pensamiento: me parece que estos jovenzuelos dan la clase mejor que yo… Pero tampoco lo digan mucho por ahí.


José Ignacio Moreno Iturralde



viernes, 6 de diciembre de 2019

Tapar la boca a los defensores de la vida



Hace años estuve en el velatorio de tres amigos, que fallecieron juntos en un accidente de tráfico. Nunca olvidaré el dolor de las madres junto al féretro de sus hijos. Allí comprendí la profundidad y grandeza que tiene la maternidad. Lo recordaba al saber que, en la Comunidad de Madrid, acaba de aprobarse una medida para prohibir que se dé información favorable a la vida del niño aún no nacido, junto a las clínicas abortistas. Unos valientes, que saben muy bien que pesa menos un hijo en los brazos que encima de la conciencia, han venido haciendo desinteresada y respetuosamente esta iniciativa durante muchos años. A partir de ahora les será más difícil, pues pueden enfrentarse a multas y penas. En España se habla constantemente de democracia libertades y, sin embargo, van apareciendo señales de dictadura intentando tapar la boca de los que defienden la dignidad de la mujer y del hijo que lleva en su seno.


José Ignacio Moreno Iturralde


sábado, 30 de noviembre de 2019

La desigualdad del aborto

La igualdad se ha convertido en una causa justa de nuestra sociedad. Se condena, con determinación, el horror de la violencia machista. Se busca noblemente la igualdad entre mujeres y hombres, por ejemplo respecto a su salario laboral. El conocimiento de las agudas desigualdades mundiales, referentes a alimentación y desarrollo, son entendidas como una dolorosa herida cuya curación es urgente.

Sin embargo, la realidad del aborto voluntario -95.917 casos en 2018, en España- es amparada por la ley y observada por nuestro estado con conformismo. La autonomía de la propia decisión de los padres se impone a la vida de los hijos en gestación. Pienso que esta autonomía es la que establece una profunda desigualdad entre unos padres, que fueron aceptados a la vida, y sus hijos en gestación a los que les impiden vivir. Tal autonomía excluyente, tiene alguna semejanza con la de ciertos ricos a los que parece importarles muy poco la suerte de los pobres. También ocurre algo similar con algunos empresarios a los que no les tiembla el pulso a la hora de poner en la calle a varios de sus empleados, cuando no era estrictamente necesario hacerlo. Pero, lo más paradójico, es que la práctica abortista tiene un reflejo de simetría con la falta de respeto del varón que golpea impunemente a su pareja.

La igualdad se va consiguiendo cuando se respeta la diversidad. Ricos y pobres, hombres y mujeres, padres e hijos –también los engendrados todavía no nacidos-, formamos una comunidad de vida donde las relaciones solidarias con los demás afectan profundamente a nuestra propia identidad y dignidad. La libertad y la autonomía son valores irrenunciables; pero si se agigantan y deforman, nos hacen caer en el despeñadero de la desigualdad. Si no se defiende la igualdad del propio hijo en gestación, es difícil que pueda defenderse con coherencia la igualdad de los demás.

El respeto a la vida y a la promoción de todo ser humano, especialmente de los más necesitados, aunque resulte costoso en ocasiones, es el medio para lograr una igualdad humana sin hipocresías. De este modo construiremos una sociedad inclusiva y plural, donde  podremos mirarnos a la cara con más franqueza, justicia y paz.



José Ignacio Moreno Iturralde




¿Ataca la Ley Celaá derechos de las familias?

Soy profesor y he leído detenidamente la nueva ley de educación del gobierno español. Esta norma, llamada también ley Celaá, limita la educa...