Vi a una niña en su
silla de ruedas, imposibilitada de por vida. La transportaban sus padres con
todo cariño, mientras ella tenía una serena mirada hacia el infinito. En el
mundo, además, ocurren muchas otras cosas duras y difíciles. Sin embargo, nada
de esto sucede en un planeta sin vida como Mercurio, pero no lo cambiamos por
el nuestro; más nos vale. También hoy en la tierra lució el sol, se vieron las
montañas, los pájaros y las personas. En esta jornada pudimos pensar en
proyectos, comer lentejas, leer o bañarnos. Realizamos cosas bien; otras puede
que mal, con la opción de arrepentirnos y mejorar. Por todo esto, ver lo positivo
de la vida no es una mera perspectiva, sino la opción inteligente y realista
ante el espectáculo grandioso de la existencia. Hay que tener en cuenta que estamos
comunicados, en una red muy profunda, vivimos en equipo, tantas veces sin
darnos cuenta. Por este motivo, la bendita niña de la silla de ruedas nos hace
darnos cuenta de que nuestros problemas personales quizás no son para tanto.
José Ignacio Moreno
Iturralde
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