jueves, 15 de agosto de 2019

Ayuda a los más necesitados



En nuestras sociedades desarrolladas siguen existiendo pobres e indigentes. Son tantos que, con frecuencia, podemos mostrar hacia ellos cierta indiferencia. También es verdad que hay mucha picaresca, pero bastantes de esas personas pueden estar en estado de necesidad. Al mismo tiempo, cuando vemos que alguien saca de un apuro a otra persona sentimos satisfacción y una ligera envidia de no haber sido nosotros quien echáramos una mano a quien lo necesitaba.

Lo que sí está más en nuestra mano es atender a personas necesitadas de nuestro entorno familiar y profesional. Esta actitud conlleva un cierto señorío: tener solucionados bastantes conflictos personales para poder prestar dedicación y tiempo a los demás. Además, esta actitud suele resolver bastantes problemas propios porque la generosidad es fuente de alegría y de plenitud.

Ver la pobreza y las calamidades del mundo es un acicate para intentar hacer una sociedad mejor, en la medida de las posibilidades de cada uno. Además, puede servirnos para no quejarnos cuando nos falte algo que estimamos importante, al darnos cuenta de que tampoco es para tanto.

En la película ¨Los Miserables”, un preso al que se le ha dado libertad condicional es acogido por la noche en una casa. El anfitrión y su hermana hablan con Jean Valjean, el expresidiario, al mismo tiempo que le dan de cenar y le sugieren que cambie de vida; propuesta que Valjean dice aceptar. Sin embargo, por la noche, el invitado se levanta, roba y golpea al dueño de la casa que se ha levantado al escuchar ruidos. A la mañana siguiente, la policía trae al ladrón ante el señor obispo, quien le acogió. El obispo dice que no le ha robado, que fue un regalo. La policía se va y Valjean queda desconcertado, por lo que pregunta al clérigo: ¿Por qué ha actuado así? El obispo responde: este es el precio que pago para devolverle su alma a Dios y usted no olvide que había prometido cambiar de vida[1].

No estamos obligados a una conducta tan heroica, pero es realmente atractiva. En ocasiones, hay que descender a la miseria para sacar al miserable de su situación. Entonces es cuando nos volvemos más verdaderamente humanos. Lo que siempre podemos hacer es saber pedir perdón y saber perdonar en las cosas de cada día. Una persona que sabe pedir perdón y perdonar es una persona que sabe querer, y será siempre muy valorada.


José Ignacio Moreno Iturralde

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Ataca la Ley Celaá derechos de las familias?

Soy profesor y he leído detenidamente la nueva ley de educación del gobierno español. Esta norma, llamada también ley Celaá, limita la educa...