Conocemos las cosas
por sus formas o naturalezas; por ejemplo: entendemos lo que es el fuego sin
que nos arda la cabeza. Nuestra forma o naturaleza tiene esta capacidad intelectual
e inmaterial. Los seres humanos no hemos hecho ni las formas de los seres de la
realidad, ni la nuestra propia. Por tanto, un ser en cuya naturaleza exista una
perfecta identificación entre su ser, su pensar y su querer -es decir: un ser
con capacidad de crear- es quien ha podido sacar a la existencia la realidad
que vemos constantemente. La naturaleza o forma de Dios posibilita la
existencia de la nuestra. Sin la forma divina no podríamos ni existir y, por
tanto, ni pensar.
Estar en forma no
se logra solamente haciendo un saludable ejercicio físico; también consiste en
saber qué forma tenemos, y actuar en consecuencia.
José Ignacio Moreno Iturralde
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