sábado, 27 de julio de 2019

La mirada de un anciano enfermo



En una residencia para personas mayores, había un hombre con un alzheimer avanzado. Ya no se valía por sí mismo y no hablaba. Sus familiares venían a verle asíduamente. En una ocasión ocurrió algo significativo. Le trajeron a un chico de unos cuatro o cinco años y, de pronto, la cara del anciano abandonó su aspecto inexpresivo y agotado, adquiriendo una luminosidad intensa provocada por la ilusión de haber reconocido a su nieto. Aquella cara sonriente emergía entre un cuadro severo de limitaciones y, paradójicamente, es una de las expresiones más profundamente humanas que he visto.




José Ignacio Moreno Iturralde



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